Muchos son los rasgos que todo emprendedor ha de tener y potenciar para que su idea llegue a buen puerto: sentido común, compromiso, constancia, fortaleza mental, talento, aprendizaje, humildad, ilusión realista, resiliencia , paciencia … ¡santa paciencia!

La paciencia, virtud muy poco valorada hoy en día, es una de las claves del éxito empresarial. Es más, es una de las claves para la vida, en general. Sin embargo, vivimos un momento en el que la inmediatez es casi una exigencia. Queremos algo, sea lo que sea, y lo queremos ya. Y si no, nos frustramos. Esta máxima se ve claramente en las generaciones que nos siguen. Los que tenemos hijos, lo sabemos…

Y es esta exigencia de inmediatez la que nos lleva a confundir la velocidad con el ritmo. Las cosas llevan su tiempo y acelerarlo en exceso puede alienarlas, desnaturalizarlas. El único resultado positivo que tiene el ansia viva es la risa que nos provoca, en boca del gran José Mota. Porque el ansia viva suele venir acompañada de stress, ansiedad y un sentimiento de profundo descontrol.

Hace poco asistí a un curso sobre un programa informático, y el profesor, en uno de sus ejemplos, mencionó la película Regreso al futuro, al DeLorean, coche insignia de la película, y al plutonio, como uno de sus carburantes. Para viajar al futuro, nuestro DeLorean ha de ser la paciencia. Y el mejor combustible de la paciencia es la ilusión.

No soy quién para dar consejos. Para eso ya está el refranero español. He de decir que la paciencia no viene de serie. No, necesariamente. Ahí entra la capacidad de aprendizaje. Un “sin prisa pero sin pausa” nos permite desarrollar nuestro trabajo de forma satisfactoria y atendiendo a variables que, de otra manera, se nos pueden escapar.

Ya lo dice la canción: “pasito a pasito”. ¿Cantamos?.

Sonia Mancebo

Directora Rindemás, s.l.