El término talento fue originalmente acuñado en la antigüedad (tálanton en griego y talentum en latín) para referirse al plato de la balanza con la que se pesaba las mercancías y productos en los mercados. Por aquel entonces tanto griegos como romanos calculaban el precio a pagar por una mercancía en base al peso de esta. Tanto pesaba, tanto costaba. De ahí, paso a convertirse en una unidad monetaria que además tenía un gran valor.
Para encontrar el origen del término talento, como sinónimo de inteligencia, capacidad y aptitud de una persona para realizar una actividad (ya sea artística, intelectual, deportiva, empresarial…), debemos acudir al Nuevo Testamento donde a través de un par de parábolas podemos encontrar el relato en el que un hombre, antes de partir de viaje, reparte unos talentos (monedas) entre sus sirvientes y a su regreso cada uno le explica qué hizo con aquel dinero y cuál fue el resultado. Dos de ellos lo invirtieron y sacaron buenos beneficios, doblando la cantidad inicial, pero un tercero prefirió guardarlo, temeroso de ser castigado por su patrón si perdía el dinero. El amo premió y elogió la actitud de los dos primeros y censuró al cobarde.
De la interpretación de estas parábolas deriva inteligencia (capacidad de entender) y aptitud (capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación),? dadas como primeras acepciones por la R.A.E. para este término en lengua española, (al igual que en otras lenguas como el inglés)
El talento es un conjunto de capacidades sobresalientes para desempeñar una labor o ejercer una actividad. Se suele asociar a la habilidad innata y a la creatividad, sin embargo también puede desarrollarse con la práctica y el entrenamiento.
¿Es lo mismo talento que habilidad?. No. Un talento es una habilidad innata para hacer algo, con un potencial de desarrollo y mejora. Una habilidad es el resultado del estudio y del aprendizaje, del esfuerzo y del entrenamiento. Y por eso es valiosísimo el papel que el sistema educativo juega aquí. Realmente en todas partes. La educación, tanto en el seno de la familia, como en las distintas instituciones que a tal fin existe, abre la mente y nos permite evolucionar y mejorar.
Los diferentes entornos educativos deben crear múltiples posibilidades que faciliten que cada persona desarrolle sus talentos vitales. Se trata de crear contextos donde los alumnos actúen, tomen la iniciativa, resuelvan problemas reales y aprendan a fracasar y volver a intentarlo y diseñen proyectos vitales y también, en su momento, profesionales.
Es el talento el que nos permitirá afrontar la vida con energía, responsabilidad, capacidad de liderazgo y trabajo en equipo, así como con creatividad, valentía y eficacia. Es una fuerza transformadora, tanto a nivel personal como a nivel social.
Vivimos tiempos complejos, vertiginosos. Tiempos que cada vez nos exigen más que el nivel de consciencia esté a flor de piel si queremos ir hacia un futuro mejor. Y en este viaje, el talento ha de ser una de nuestras brújulas.
Sonia Mancebo
Directora de Rindemás, s.l.